El uso intensivo de la agricultura no ha dejado a un suelo 100% estéril, pero esta labor genera deficiencias porque los cultivos demandan sus micronutrientes.
“A pesar de esto, es fácil de corregir el daño porque si, por ejemplo, tienes un problema del PH por el nivel de alcalinidad, puedes aplicar cales agrícolas o yesos, y si existen muchas deficiencias puedes aplicar abonos”, aseguran los especialistas de DEKALB.
Más que recuperar, el suelo se enriquece. La tierra de cultivo en su estado original puede o no ser rico en nutrientes, pero, lo que buscan las prácticas como la de las Camas Fijas, es aportarles más materia orgánica (para más información consulta nuestra página www.dekalb.com.mx en la sección “DEKALB CONTIGO”)
Manejo de labranza de suelo
“Anteriormente había zonas en las que el uso intensivo de la agricultura significaba establecer un cultivo, cosechar y sacar todo el residuo de cosecha para alimentar al ganado, dejando el suelo al descubierto. Lo que ahora se recomienda después de la cosecha es sacar el grano y con toda la basura que tira la cosechadora, hacer un colchón, con esto está protegiendo de la erosión del suelo”, recomiendan los especialistas.
Hay zonas que, por condiciones físicas del suelo, solo siembran un cultivo, por ejemplo, en la zona cañera y maicera de México, en donde se establecieron estos cultivos porque sus condiciones lo hacen más productivo. Si bien, se puede realizar un cambio de cultivo, ya sea de una gran línea a una hortaliza, en muchas ocasiones no se hace por falta de recursos.
La recomendación de los especialistas es que, en estas zonas, la práctica de incorporación de residuos al suelo sea más común, porque un uso intensivo como el producido por los monocultivos genera más plagas que afectan año con año.
Además, muchas de las zonas con problemas de erosión de suelos pueden mejorar con prácticas de mínima labranza, es decir, incorporar los residuos de la cosecha del año anterior para tener un suelo más vivo y rico en materia orgánica.
Labranza de conservación
De igual forma, la labranza de conservación enriquece los suelos. Así se ha demostrado en el Valle de Santiago, Guanajuato, donde tienen 20 años con la práctica de incorporación de residuos.
“Antes de realizar este tipo de prácticas tenían registros de suelo por debajo de 0.5% de materia orgánica, ahora tenemos registros que tienen el 2%, lo que significa que esa riqueza en el suelo hace que su fertilización sea moderada y logre alcanzar rendimientos muy altos”, comentan en entrevista los especialistas.
En esta zona existen registros de agricultores que logran hasta 19 toneladas de rendimiento, cosa que en otras no se alcanza ni siquiera con la sobre fertilización. La implementación de estas prácticas de labranza hace un suelo más rico y permite cultivos más eficientes con mayor potencial de productividad.