Usos sostenibles del agua

Existen tecnologías y buenas prácticas necesarias para que los recursos hídricos empleados en la agricultura se utilicen de forma sostenible. La necesidad de hacerlo se agudiza por las amenazas del cambio climático, la intensificación de la inseguridad alimentaria y el crecimiento de la pobreza.

Además, los retos para la agricultura incluyen enfrentarse a una mayor variabilidad de las precipitaciones y a la necesidad de asegurar la disponibilidad de agua durante la producción.

El actuar en consecuencia requiere la difusión de prácticas para la conservación de áreas de recarga, cosecha de agua de lluvia, técnicas de almacenamiento de conservación, técnicas de escorrentía, reciclaje y reutilización. Pero también, tomar acciones para conseguir un uso eficiente de riegos y micro riegos.

Tomar acciones

La vulnerabilidad de muchos sectores depende de este líquido y los procesos de sensibilización y concientización ya no son suficientes. Se requieren mayores esfuerzos, inversión en infraestructura, formación humana y crear una cultura de gestión sostenible de todo el proceso agrícola.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) los agricultores pueden contribuir al manejo sostenible de sus parcelas con acciones que incluyan:

• Sistemas de acopio de agua

• Conservación de zonas de recarga

• Manejo de suelo

• Diversificación de cultivos

• Uso de enfoques inteligentes respecto al clima

• Adoptar nuevas herramientas


Según este organismo, la adopción de estas tecnologías debe ir acorde con los contextos locales, las condiciones socioeconómicas del productor, las características agroecológicas de su sistema de producción y el aumento de rendimiento para beneficio de los agricultores.

Además de ofrecer beneficios a largo plazo para las comunidades, la incursión de acciones sostenibles en la agricultura se convierte en una oportunidad de empleo rural, al tiempo que ofrece alternativas de vida sostenible.

Alcanzar la seguridad hídrica es el fin de una gestión sostenible del agua, por lo que debe ser una acción prioritaria que impulsen tanto particulares como gobiernos. El uso de nuevas técnicas y herramientas debe ser parte de un enfoque integral de conservación y no funcionará si se aborda de forma aislada.

Fuente: FAO

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